Leyendo un antiguo Edit/Oral de la NEO2 es inevitable pararse a pensar hasta qué punto puede un diseño ayudar a vender un producto o una marca. Pese a la frivolidad de las primeras líneas de este artículo, resulta interesante plantearse algunos de los puntos destacados por la gente de su redacción.
"¿El diseño da la felicidad?
- Depende, que algo esté diseñado no quiere decir que esté bien diseñado.
- Todo está diseñado, bien o mal, pero todo está diseñado"
A veces se nos olvida que el hecho de que algo esté diseñado no significa que esté bien diseñado. El diseño no es una mera cuestión de forma o estética, es una cuestión funcional e incluso emocional. Este aspecto es obviado muchas veces por receptores y clientes lo que hace que juzguen un diseño como un producto estético en el que el único criterio es la valoración personal. ¿Dónde está el verdadero diseño? si nos basamos en un juicio sobre el gusto personal todo puede ser diseño. Y entonces ¿porqué confiar en alguien si yo ya se qué quiero y qué me gusta? ¿es la limitación técnica la única razón para acudir a un profesional?
"El buen diseño sería el que ayuda a resolver un problema y además aporta un componente emocional o estético"
Primer punto interesante. El diseño ayuda a resolver problemas. Problemas de espacio. Problemas de forma. Problemas de comunicación. El diseño surge como respuesta a una inquietud, un objetivo, un problema. El diseño publicitario intenta resolver problemas de comunicación. Facilita la organización de la información. La completa e incluso hace más comprensible. El diseño construye y resucita marcas. Da soluciones a los consumidores y soluciones a los anunciantes. Cuando diseñamos no sólo buscamos agradar, sino ser útiles, porque un flyer bonito que no entra en un bolsillo no está bien diseñado y un anuncio superchulo donde todo está echo un lío y no se puede leer nada es un fracaso.
Hay veces en las que queremos ir más alla. Cuando diseñamos buscamos una reacción emocional. Queremos despertar algo en ti. Por eso hemos elegido ese color y no el que le gusta al anunciante, porque no se diseña pensando en lo que le gusta a uno mismo sino en lo que puede emocionar a nuestro target para provocar una reacción.
Conclusión: un buen diseño resuelve el problema, emociona y además... gusta.
"Yo no creo que el buen diseño tenga que resolver algo. Todo lo contrario. Para mi un buen diseño es aquel que a pesar de ser totalmente disfuncional lo deseo por encima de otra cosa más práctica"
Como en todo existimos los amantes. Amantes del diseño como la exploración misma de la forma y el espacio. El diseño como investigación y experimentación. Gente a la que una ruptura con los formalismos puede enamorarnos y llevarnos a la caja para pagar los 1.500 euros más poco prácticos pero más fascinantes de nuestra vida. 1500 euros invertidos en provocación, ostentación o ruptura con lo establecido. 1500 euros invertidos en libertad, libertad creadora. Pero este consumo del diseño por el diseño, lejos de todo aspecto funcional, basado en tu criterio personal o sensibilidad, podrá llevarte a tener el famoso cerdo de la campaña de Vinçon (que en realidad no sirve de mucho más que de alimento del ego) pero nunca te ayudará a resolver un problema de espacio, o... por llevarlo a nuestro terreno, un problema de comunicación.
Hay muchas razones, además de la evidente limitación técnica, para confiar en el diseño y sobre todo, para confiar en un profesional del diseño, la fundamental: que trabajamos para conseguir lo que persigues de la forma más adecuada, no de la forma que más te gusta a ti... y mucho menos a nosotros (aunque te cueste creerlo).